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El piso de arriba
Sandra De Falco
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−Ahí viene −dicen.

Aunque hablan entre ellos tapándose la boca con las manos, Luque los escucha. Entra al edificio y cierra la puerta con cuidado.

−Buenas noches.

Quiere esquivarlos por un costado del pasillo, pero le interrumpen el paso.

−Luque, lo estábamos esperando.

−Es el piso de arriba.

Luque los mira sin entender de qué hablan ni cómo saben su nombre. Se mudó esa mañana y lo único que quiere ahora es tirarse en el sillón de su casa y comer la pizza.

−Si me disculpan… −dice. Intenta seguir su camino, pero le vuelven a cerrar el paso.

−No podemos vivir así.

Miran hacia arriba como si pudieran ver a través del techo. Luque presta atención. No oye nada, pero ve en detalle algunas de esas caras, las más cercanas y nítidas. Un hombre de bigote recortado y cejas tupidas. Otro de sombrero. Otro de edad indescifrable. Otro de orejas kafkianas. Otro de gestos nerviosos y pupilas dilatadas. Una mujer vieja de pelo naranja. Otra de rulos y anteojos. Otra, joven, con unas pecas deliciosas.

−Somos gente tranquila.

−De bien.

−Trabajadora.

−No hacemos mal a nadie.

Luque no sabe de dónde salieron. Son muchos. No recuerda cuántos departamentos hay en el PH.

−Hay que hacer algo −dice el del sombrero.

−Pero, ¿qué pasa? −pregunta Luque.

−El piso de arriba −repiten.

−Es que la última vez… −la mujer de rulos de pronto se calla por el codazo que le pega la de pelo naranja.

Luque da un paso hacia atrás, toma aire, abre la boca. No llega a hablar. Le parece oír algo y vuelve a prestar atención. Asiente.

−Quizá habría que subir y ver… −algo no está bien, pero no llega a entenderlo.

−Qué buena idea, Luque.

−Usted es el nuevo.

−Vamos, le toca.

Luque duda. Mira la caja, todavía tibia, con la pizza. Unas manchas de grasa aparecieron en el borde.

−Yo se la tengo −dice una mujer. Empuja a otros para acercarse a Luque y le saca la caja.

−¿De qué es?

−Napolitana −contesta Luque.

−¿Con albahaca?

−Esa es la margarita.

−La napolitana también puede traer albahaca.

−No, no puede. Tiene ajo.

−No son excluyentes.

−Si me disculpan… −interrumpe Luque. Con un gesto le pide la caja a la mujer, pero la mujer se la niega. Le pasa la caja al del bigote recortado.

−¿Usted no iba a subir?

−No −contesta Luque. Mira la puerta de su casa, al final del pasillo. Mira a la de pecas deliciosas pero no encuentra su complicidad.

−¿Cómo que no? −avanzan hacia él, lo acorralan contra la pared.

−Es de los que dicen qué hacer, pero no hace nada.

Luque se siente como si estuviera en un pozo y ellos lo miraran desde la superficie.

−Usted también dijo que hay que hacer algo −dice Luque al hombre del sombrero.

−Pero la idea de subir fue suya −contesta.

−Hágase cargo, Luque.

−Sea buenito −dice la mujer de pelo naranja.

−¿Quién me acompaña? −pregunta Luque.

La luz del pasillo se apaga y alguien vuelve a encenderla, con cierta demora.

−Con que suba uno… −la mujer de pelo naranja le vuelve a pegar un codazo a la de rulos.

−Está bien −Luque se abre paso hasta llegar al pie de la escalera. Mira hacia arriba. Le parece oír un ruido sordo, pero puede ser su imaginación.

−Espere.

−¿Va a subir así?

−¿Así, cómo? −pregunta Luque.

−¡Así! −algunos niegan con la cabeza, otros lo miran con ojos desorbitados, una mujer se tapa la cara con la mano.

−Y… −Luque no sabe qué contestar. Sube el primer escalón y se queda ahí. Está a punto de decirles algo, pero no lo hace. No quiere darse vuelta. Tiene miedo de verles las caras. Se queda quieto, contiene el aliento unos segundos. Siente el movimiento a sus espaldas, siente un frío que le recorre el cuerpo, siente que se acercan.

−Después no diga que no le avisamos.

Luque respira profundo. Se toma de la baranda y empieza a subir la escalera.

 

Sandra De Falco (Buenos Aires, 1976) formó parte del Grupo Alejandría, donde participó en la organización de lecturas y entrevistas en vivo y en la edición de la antología El impulso nocturno (2007). Publicó cuentos y traducciones en diferentes medios: Lanzallamas, Espacio Murena y La Balandra. Obtuvo el Segundo Premio del Concurso Nacional de Literatura de Fundación ProArte (Córdoba, 2017). Tiene un libro de cuentos inédito: Una especie de felicidad.

 

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